martes, 25 de marzo de 2014

Un poco de humor


Tras un par de semanas de desaparición, promovida por exámenes y otros asuntos de índole universitaria, vengo aquí porque tras ver como mi compañera Lidia publicaba su opinión personal sobre Suárez me he dicho… Lucía, a escribir te toca.

Al contrario que mi compañera yo no hablaré de la muerte del político, mucha sangre se ha vertido ya sobre el asunto y lo que tiene la política es que es como el fútbol, mucha gente pierde los papeles por lo que debería ser únicamente una opinión. Y aunque tengo muchas ideas acerca de la política hoy no tocaré el tema.

De lo que quiero hablar es de una película que recientemente ha salido a nuestras pantallas y la cual recomiendo: Ocho apellidos vascos. El planteamiento es simple: Un hombre sevillano se enamora de una vasca (no vasca de Vitoria sino del norte, cuidadín que es importante) y loco de amor por ella va al inhóspito norte a ver qué pasa. La película está llena de los topicazos que los que somos del lugar sabemos al dedillo y los que no lo son oyen de vez en cuando. Y quiero hablar de esto porque quiero poner un poco de humor, al igual que los actores de Vaya Semanita que son los que mueven el cotarro en esa película sin más ínfulas que echarnos unas risas.

La razón del nombre de la película radica en que “si eres un verdadero” vasco has de tener los ocho apellidos vascos. De manera que el guion radica en que debemos reírnos de nuestros propios defectos. Y lo hacen ya que muestran el topicazo: joven borroka que se pelea contra España, nacido en pueblo, con padres conocidos de toda la vida y acentazo a veces guipuzkuano a veces bizkaino (que son diferentes partes de la comunidad y no, no tienen el mismo acento) según qué actor hable en qué momento. ¿Por qué se ha de ver? Porque actualmente con todo lo que debe de ser políticamente correcto, con tanta gente decidiendo por los ajenos, con tanta gente considerando que si grita más alto nos quitaran derechos (mujeres y el aborto, homosexuales y el matrimonio, estudiantes y las becas erasmus etcétera, etcétera, etcétera) es momento de sentarnos un poco y ver como aún podemos burlarnos de nosotros mismos, levantarnos y seguir adelante.

Tenemos más capacidad de recuperación de la que creemos. Y no lo dice una vasca orgullosa de que la película trate de su comunidad, lo dice una joven que está harta de que la gente grite y considera que en esta vida es necesaria la cantidad justa de limón y de sal como cantaba Julieta Venegas.


De forma que cuando se vea la película no hemos de fijarnos en las burlas a la política o a la mala fama de una u otra comunidad. (Que estoy segura alguno verá y querrá sacar polémica) Hemos de fijarnos en la sonrisita que se nos pone en la comisura del labio y en la risa que de vez en cuando se nos escapa. No vamos a derribar un imperio de naipes podridos con risas pero debemos tener el humor siempre a mano. Y el humor más fuerte es la capacidad de reírse de uno mismo, ya sea por tener ese prejuicio, ya sea porque convivamos tan a menudo con él que a veces lo olvidamos.

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