“Me llamo Octave y llevo ropa de APC. Soy
publicista: eso es, contamino el universo. Soy el tío que os vende mierda. Que
os hace soñar con esas cosas que nunca tendréis. Cielo eternamente azul, tías
que nunca son feas, una felicidad perfecta, retocada con el Photoshop. Imágenes
relamidas, músicas pegadizas. Cuando, a fuerza de ahorrar, logréis comprar el
coche de vuestros sueños, el que lancé en mi última campaña, yo ya habré
conseguido que esté pasado de moda. Os llevo tres temporadas de ventaja, y
siempre me las apaño para que os sintáis frustrados. El Glamour es el país al
que nunca se consigue llegar. Os drogo con novedad, y la ventaja de lo nuevo es
que nunca lo es durante mucho tiempo. Siempre hay una nueva novedad para lograr
que la anterior envejezca. Hacer que se os caiga la baba, ése es mi sacerdocio.
En mi profesión nadie desea vuestra felicidad, porque la gente feliz no consume.”
13’99 euros - Frédéric
Beigbeder
El texto anterior es un
pequeño pasaje perteneciente a la obra 13’99
euros, de Frédéric Beigbeder. Ese pequeño pasaje basta para hacer
reflexionar a alguien sobre el mundo en que vivimos, en el que prácticamente
todo se hace con dinero, en el que nunca se está conforme, en el que cada vez
se quiere más y más, con lo que, desgraciadamente, caemos de lleno en el
consumismo. A este respecto, destaco la última frase del pasaje, que dice así: En mi profesión nadie desea vuestra
felicidad, porque la gente feliz no consume.
La sociedad del consumismo no
tiene límites; mientras unos aumentan su poder adquisitivo, se le disminuye a
otros sin distinción alguna. Caemos en
un consumo excesivo de cosas innecesarias que compramos a saber por qué, pero
no solo nosotros somos responsables de esta sociedad de consumo, pues fábricas
y empresas quieren vender cada vez más y más, y destaca en este sentido el
concepto de “obsolescencia programada”.
Este concepto hace referencia
a la programación de la vida útil de un producto, es decir, determinar que el
producto quede obsoleto, inservible, pasado un tiempo determinado. ¿Por qué se
hace esto? Porque beneficia a los empresarios, ya que obligan al consumidor a
seguir consumiendo, a pesar de que el producto sin programar la obsolescencia
duraría mucho más, y como ejemplo ocurrió con las medias de nylon que fabricaba
la empresa Dupont hacia 1938, que eran muy resistentes, demasiado; por lo que
para que la gente siguiese comprando, se comenzaron a fabricar medias menos
resistentes.
En los tiempos que corren, en
el contexto de la crisis económica y financiera, solemos “tirar” hacia lo que
sabemos que nos va a durar, pero aún así tenemos un concepto equivocado de “durar”,
pues una bombilla no tiene por qué tener una vida útil de unas 1000 horas, sino
que podría llegar a estar 100 años encendida sin quedar obsoleta (http://www.centennialbulb.org/cam.htm).
Nos ponen difícil eso de ahorrar pese a estar atravesando esta difícil crisis.
En lo que se refiere al pasaje de Frédéric Beigbeder, se expresa ahí la idea de
la obsolescencia por modas, es decir, que el producto se vuelve obsoleto porque
ya no está de moda, pero hay otros tipos, como es la tecnológica, que consiste
básicamente en determinar en un producto cuándo quedará obsoleto o cuándo se le
ha de estropear una pieza, que curiosamente cada poco tiempo cambia de
características para que tengas que comprar un aparato nuevo.
En fin, este texto era una
crítica al consumismo y cómo afecta a la sociedad en cuanto a la desigualdad,
en cuanto a cómo las fábricas cada vez quieren producir más y más y, en
consecuencia, vender más y más (obsolescencia programada) o respecto a cómo
explota al consumidor (que lo vuelve consumista “por encima de sus
posibilidades”), entre otros aspectos.
Consumir hoy en día es existir, pero... ¿consumir es realmente
necesario?
José Manuel Sanz
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