A veces mi mala leche me
susurra que escriba cosas, a veces le mando callar porque no soy una persona
que abogue por la mala leche pero otras veces, como hoy, voy a dejarme llevar
un poco por ella.
En mi última entrada
hablé un poco sobre la heteronormativa y sobre el heterocentrismo. Quisiera
hablar ahora de un fenómeno parecido.
Antes de nada quiero
proponer un pequeño experimento: Si los que leen la página son hombres
homosexuales o bisexuales en el momento en el que ven a otros hombres en un
vestuario… ¿sienten deseos de ir a por ellos aunque estos hombres definitivamente
no lo están buscando? ¿Y si son mujeres homosexuales o bisexuales?
¿Y si son transgénero?
Me da igual la sexualidad
que cada uno de los que nos leen se identifiquen así como el género en el que
prefieran ser tratados, todos nosotros somos iguales y, como tal, hemos de ser
tratados de una misma forma.
Pero lamentablemente y,
de nuevo, esto no es así. Tras una remodelación de la ley del aborto que sitúa
al país en un pensamiento bastante precario y antiguo en relación con otras
partes de europa recientemente he venido escuchando de forma más y más habitual
que las mujeres vamos “buscando” el ser violadas.
Este pensamiento también
se está viendo empeorado en otras partes del globo, como en Estados Unidos en
donde la violación a mujeres, a veces embriagadas, ha empeorado en el último
año. El número es tal que una revista, de la cual tristemente no he logrado su
nombre, creó un anuncio publicitario en donde pegó dos hojas de la revista
obligando a los lectores a abrirlas a la fuerza para encontrarse escrito “si
has de usar la fuerza no la violes”
Muchas personas sonríen y
se lo toman a broma, nos acusan de feminazis o de idiotas, de agoreras y de
locas. Pero esto es real.
El pensamiento machista y
patriarcal parece resurgir en lo referente al trato que se debe de tener a las
mujeres. No vamos vestidas con una minifalda, unos shorts o unos pantalones
ceñidos para que la gente nos llame de todo. No nos maquillamos o ponemos
tacones para que haya gente que se crea que tiene derecho a subestimarnos.
No nos vestimos para el
mundo, nos vestimos para nosotras mismas.
He leído y oído bastantes
cosas sobre Estados Unidos, sobre España, sobre Sudamérica, he leído como el
porcentaje de violaciones en la primavera árabe llegaba a casi 20 por día. Y
puede que nos parezca que está lejos, que eso pertenece a “otra cultura” pero
da igual lo cerca o lo lejos que esto esté, la situación de convertir en
objetos a mujeres está en todas partes y nosotros lo asumimos como algo normal,
se lee, se oye y se ve en libros, música y películas, creando generaciones que
piensan y sienten igual que las anteriores.
Pero ahora, decidme,
tenemos el cuerpo que tenemos, no hemos sido creadas para el placer sino para
lo mismo que los cuerpos de los ojos que nos miran, para vivir. ¿Y si
viviéramos en una sociedad matriarcal en donde el hombre no tuviera más que
aguantar los insultos y borderías de las mujeres?
No podemos dejarnos
tratar así pero no podemos tampoco seguir tratando el tema con odio o
resentimiento, debemos levantarnos y decir: No soy un objeto, no soy algo que
debes creer que tienes simplemente por tu genética.
De forma que, ¿hasta qué
punto esto es un grito de “una loca más”?
Quizás debamos recordar
que un loco es un loco hasta que la historia demuestra lo contrario.
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